De autor ANONIMO:

No se equivoca el pájaro que abandona el nido para aprender a volar. Se equivoca cuando prefiere la seguridad del nido renunciando a volar.

martes, 25 de agosto de 2015

SER LECTOR

Este es un homenaje a todos los narradores que han fortalecido en generaciones el hábito de la lectura.  Yo soy una lectora empedernida y...

La culpa la tuvo mi abuela

Eran los años ’60. Allí estábamos. En familia. Escuchábamos la radio. Los Beatles o Música clásica en LRA 7 – Radio Nacional.
Recuerdo también que nos sentábamos en los sillones de madera plegable alrededor del gran aparato de madera labrada, esperando que comenzara el capítulo de la novela diaria a las cinco de la tarde, por radio El Mundo. Desde ese momento la imaginación volaba recreando a gusto y paladar los paisajes sugeridos, el aspecto de los actores, sus ropas, su pelo, sus gestos. ¡Cuántas desilusiones habrán ocurrido al conocerlos en la imagen de la televisión!

Y estaba el sillón de la abuela María, que cuando venía a visitarnos desde Córdoba, se quedaba varios meses. Allí remendaba todo tipo de “rotos” en medias y camisetas; aguja e hilo, hilo y aguja, arriba y abajo, un nudo y otro... Suspiraba profundamente mientras rezaba el Santo Rosario; tejía con su pequeña naveta maravillosas puntillas de hilo y contaba las historias más hermosas. Creo que ella nunca supo que desde aquel sillón construía verdaderamente su legado. Era la narradora ideal. Para perderse con la boca abierta y los ojos desmesuradamente atentos en el interior de mundos que solo existen entre quien cuenta y quien escucha. Cada príncipe, campesino, niña, ogro, princesa, tomaba vida, crecía hasta hacerse presente de una manera consistente; envolvía de magia la limitada existencia, que, ahora lo sé, vivíamos en aquel momento. (De ¿Cuándo fue que dejamos de leerles cuentos maravillosos a nuestros niños? de María A. Donaher. 1999) 

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