PEATONES CONSTANTES

Imagen tomada de Internet

Comenzando el año.
Y hablando de lo que nos apasiona hablar: ser o no ser educador hoy.

Por María Adela Donaher

Los caminantes que acompañan a los más pequeños para que aprendan lo que la sociedad tiene que transmitirles suelen llamarse “educadores”, los italianos pusieron alguna idea al respecto cuando decían “pedagogo/pedante”, como que “el acompañante de niños es peatón constante” sin duda alguna. Y vaya si hay que pedalear para lograr que los más jóvenes de la comunidad adquieran valores, costumbres, conocimientos, habilidades, y todo lo que implica integrarse a una cultura. 

Comienza la familia, primera educadora  y luego hay que ir a la escuela. Hay que integrarse a un sistema que escriba títulos reconocidos que sirvan para seguir en el mismo sistema, pasando de un nivel a otro: inicial, primario, secundario, terciario, universitario... Sistema donde hay una enorme cantidad de contenidos para aprender. Pero también hay otra enorme cantidad de contenidos que no aparecen porque no responden a la visión de quienes resuelven qué se enseña y qué no.  
La educación se ha convertido desde hace ya muchos años, en una cuestión política en la que no hay peatones constantes sino esporádicos acompañantes, entonces ¿a quién le dará la mano el aprendiz de ser humano para caminar?
Que ironías, cuanta paradoja cuando nos ponemos a pensar “livianamente” la cuestión de la educación como hechos concretos en los que debemos intervenir con o sin conocimiento de la ciencia pedagógica. Padres, abuelos, hermanos mayores, en fin… familia que desea lo mejor para sus integrantes pero en los años de su propia educación en las escuelas han aprendido que “hay que aprobar”, “hay que sacar buena nota” y pocas veces aparece la conciencia de “hay que saber, hay que aprender, hay que conocer”. Entonces ¿qué es más importante? Aprobar el año escolar o poder demostrar que sabemos realmente más que el año anterior. Grave dilema.